Ventana Educativa y Cultural RRG

sábado, 21 de junio de 2014

COMUNIDAD Y SOCIEDAD, EN VENEZUELA (ARTÍCULO)

    Desde los inicios de la bonanza en Venezuela, marcada y determinada por los ingresos petroleros, las estructuras comunitarias fueron objeto de estudios con el propósito de crearles mejores condiciones sociales y fomentar su desarrollo. No cabe duda que el Estado estaba interesado en el fortalecimiento comunitario. Pero, este fortalecimiento, a mi criterio, era pedido a “gritos” dado el conocimiento del venezolano de la ingente cantidad de dinero que ingresaba a las arcas del tesoro nacional. El gobierno estaba obligado a reducir los problemas de las comunidades, a invertir en las infraestructuras, a atender sus necesidades de servicios y vigorizar el aparato productivo que creara fuentes de trabajo.
     Las comunidades que han logrado reunir un emporio empresarial hoy en día alumbran un buen camino, porque en ello se involucran los ingresos propios, y la actividad económica permite la creación y un dinamismo comercial sustentable, que trae consigo mejoras en la calidad de vida. Solo que Venezuela está mal distribuida demográficamente y recargada en los sectores de mayor auge económico. En consecuencia, tenemos el resto del país con una débil acción del Estado, y comunidades que presentan un alto índice de pobreza.
     Sí podemos hablar de un desarrollo comunitario en Venezuela, pero, que avanza a “pasos de morrocoy” y con estaciones en su transitar.
     Desde el punto de vista de pertenencia, las comunidades presentan algunas fortalezas. El ser humano en su lucha por la supervivencia puede generar recursos para fomentar el desarrollo de su comunidad, barrio o sector.
     Al mirar en mi entorno comunitario, las organizaciones comunales, surgen por las necesidades de la propia comunidad. Anclar instituciones y fundaciones ha permitido abrir ciertos caminos de esperanzas. La creación de empresas y de sistemas de transportes, valorizan la vida de quienes habitan la comunidad, pero, la cultura se desarrolla y trasciende hasta donde los recursos alcancen. La cultura se debilita porque al no alimentar a la comunidad o proveerla de las fuentes de trabajo la persona humana emigra, y con ella, los saberes culturales o raíces. Para el Estado la cultura ha sido tratada con solo discursos pletóricos de intenciones. Los hechos no son lo que se ha predicado.
     En definitiva, se intenta reorganizar a las comunidades. En efecto, se han creado leyes para su gestión y promoción, han llevado a cantidades significativas la construcción de escuelas, el nuevo Estado que transita las actuales vías políticas, intenta aportar soluciones sociales de producción, se crean redes sociales y fundaciones Estatales de atención comunitaria para la autogestión y desarrollo de las mismas, se pretende una igualdad de condiciones entre todos los integrantes de una comunidad, pero, los esfuerzos se quedan a medias. Porque el discurso tiene mayor carga proselitista que de voluntad y acciones efectivas. Y, entonces, tenemos lo que estamos acostumbrados a ver al final del túnel: Una comunidad que implora ayuda, que pide mayor seguridad, que la desborda el desempleo, que sus vías colapsan, que sus sistemas de aducciones sanitarias no soportan el crecimiento poblacional, y que los gobernantes se excusan de manejar presupuestos para cubrir todas las necesidades. Ahora, aflora la pregunta ¿Qué hay del país enriquecido por el petróleo?
     En lo político a las comunidades se le ha permitido participar, pero, solo para que elijan. El ejecutivo municipal ya no maneja recursos para obras de envergadura. Lo que se traduce en un camino largo en la espera de la aprobación de un proyecto. Proyecto este que debe ser formulado por vías comunitarias, cuyos órganos organizativos (llámese Consejos Comunales o Redes Sociales), no presentan una preparación pertinente para atacar objetivamente la necesidad fundamental de una comunidad, ni para administrar recursos económicos. La política partidista ha alienado estos espacios que se han convertido en instrumentos de la ideología imperante en la región.
     Dar importancia a lo que sucede en nuestras comunidades y atacar a tiempo las amenazas, promoviendo su erradicación, las fortalece y permite desarrollarlas. Es válida una acción individual, pero, que desencadene una grupal, colectiva e institucional a todos los niveles, cuyo objetivo sea el progreso.



   En la actualidad, las comunidades han sido objeto de estudios sociológicos, según el Estado, para procurar medidas y estructuras que le permitan su desarrollo endógeno, vale decir desde adentro. Ello se ha patentado con la nueva Ley de Consejos Comunales. En esta normativa se establecen los fundamentos para la organización comunitaria, entre otras cosas.
     Se destaca, entonces, que la comunidad se inicia agrupándose colectivamente, uniendo esfuerzos para lograr metas en lo económico, social, deportivo, cultural y salud. Puedo observar como en mi comunidad los vecinos realizan acciones tendentes a la solución de aquellos problemas que nos aquejan. Invitan al colectivo a participar en el Consejo Comunal, realizan jornadas concientizadoras encaminadas a promover y sensibilizarnos en tales problemáticas. Nos convocan a asambleas para dilucidar temas sobre la seguridad vecinal, sobre la armonía comunal y sobre los aspectos económicos que se proyectan conseguir o utilizar.
     Todas estas características no son más que, el sentido de comunidad que impera en este territorio, determinado por las aspiraciones de un colectivo que pretende poseer un mínimo de factores o agentes que puedan perturbar la paz, el equilibrio social, el desarrollo normal de los servicios, que pongan en juego la estabilidad familiar y la unión fraternal.

 AUTOR: LIC. MAIRO RANGEL

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