Autor: Mairo Rangel
En la sombría plaza caraqueña un encuentro imaginario tuvo lugar. Corrían
los años de mil ochocientos dieciséis, una espada y un pañuelo fueron los
únicos testigos del imaginario encuentro. Bolívar camina hacia la arboleda.
Divisa la esbelta espalda de aquella mujer, Manuela, su eterno amor.
Bolívar: Llegaste de improviso como
siempre,
Sonriente, notoria, dulce. Así eres tú.
Manuela (dándose vuelta): He recibido su carta, mi
querido Simón Bolívar,
Luego de leerla con viva emoción me puse a reír,
a llorar, a bailar… (pausa)
Bolívar: Esta tarde, toda, será suya…
Mis palabras, mis sonrisas. Hasta el viento que respiro,
te lo envío en suspiros.
Manuela: Déjeme usted estar feliz. No
de cerca se tienen a un héroe.
No a un hombre que por dentro es un remolino de ternuras.
Capaz de amar al continente mismo…
Bolívar: Tan solo mirarle me hace
recorrerla entera. Igual…
Igual… que los minutos eternos que detuvieron las mareas,
el viento del norte, la rosa de los vientos, el tintineo de las
estrellas…
Manuela (interrumpiendo): “Colgadas en jardines
secretos y el arco iris,
que se vio hasta la media noche”. Recuerdo sus letras, Su Excelencia.
Podría decirse que son solo mías.
Bolívar (desenvainando la espada y alzándola): Tan
tuyas, como mi espada lo es
para el Realista… sin escrúpulos, llenos de vicios y crueldades.
Más, no es justo, no, no lo es, que llene este hermoso y espléndido
momento de iniquidades.
Manuela (colocando su mano en la boca de Bolívar):
Callad, entonces, Simón.
Bastante bien se ha llevado usted mi imagen, pues no la pierda nunca.
Mis encantos son suyos, cualquier
sacrificio no sería nada,
con la proximidad de usted (dando
lentos pasos para retirarse)
Bolívar (se detiene Manuela): El yelo de mis años se
reanima con sus bondades y
gracias. Su amor da una vida que está espirando. Yo, no puedo estar sin
usted.
No puedo privarme voluntariamente de mi Manuela.
Manuela: Me escribirá. Entre furtivas
hazañas, me escribirá. Mi corazón le pertenece.
Como le pertenece la libertad al continente. Como suyo es la arena del
mar.
Lo amo tanto, que siento morir cuando parto. Esta llamado a ser por
siempre
mi idolatrado… (retirándose)
Bolívar: No tengo tanta fuerza como
usted para no verla. Pero heme allí,
detrás de sus sombras… su eterno amor. Su amante para siempre.
Como eterna la luz de los pueblos libres (retirándose).
AUTOR: MAIRO
RANGEL (Basado en las Cartas de amor entre Bolívar Y Manuelita Saenz)
02/04/11
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