Ventana Educativa y Cultural RRG

viernes, 27 de junio de 2014

BOLÍVAR Y MANUELA, UN ENCUENTRO IMAGINARIO

Autor: Mairo Rangel

En la sombría plaza caraqueña un encuentro imaginario tuvo lugar. Corrían los años de mil ochocientos dieciséis, una espada y un pañuelo fueron los únicos testigos del imaginario encuentro. Bolívar camina hacia la arboleda. Divisa la esbelta espalda de aquella mujer, Manuela, su eterno amor.




Bolívar: Llegaste de improviso como siempre,
                Sonriente, notoria, dulce. Así eres tú.
Manuela (dándose vuelta): He recibido su carta, mi querido Simón Bolívar,
                  Luego de leerla con viva emoción me puse a reír,
                  a llorar, a bailar… (pausa)
Bolívar: Esta tarde, toda, será suya…
                Mis palabras, mis sonrisas. Hasta el viento que respiro,
                te lo envío en suspiros.
Manuela: Déjeme usted estar feliz. No de cerca se tienen a un héroe.
                  No a un hombre que por dentro es un remolino de ternuras.
                  Capaz de amar al continente mismo…
Bolívar: Tan solo mirarle me hace recorrerla entera. Igual…
               Igual… que los minutos eternos que detuvieron las mareas,
               el viento del norte, la rosa de los vientos, el tintineo de las estrellas…
Manuela (interrumpiendo): “Colgadas en jardines secretos y el arco iris,
                que se vio hasta la media noche”. Recuerdo sus letras, Su Excelencia.
               Podría decirse que son solo mías.
Bolívar (desenvainando la espada y alzándola): Tan tuyas, como mi espada lo es
               para el Realista… sin escrúpulos, llenos de vicios y crueldades.
               Más, no es justo, no, no lo es, que llene este hermoso y espléndido
               momento de iniquidades.
Manuela (colocando su mano en la boca de Bolívar): Callad, entonces, Simón.
               Bastante bien se ha llevado usted mi imagen, pues no la pierda nunca.
               Mis encantos son suyos,  cualquier sacrificio no sería nada,
               con la proximidad de usted (dando lentos pasos para retirarse)
Bolívar (se detiene Manuela): El yelo de mis años se reanima con sus bondades y
               gracias. Su amor da una vida que está espirando. Yo, no puedo estar sin usted.
               No puedo privarme voluntariamente de mi Manuela.                            
Manuela: Me escribirá. Entre furtivas hazañas, me escribirá. Mi corazón le pertenece.
               Como le pertenece la libertad al continente. Como suyo es la arena del mar.
               Lo amo tanto, que siento morir cuando parto. Esta llamado a ser por siempre
               mi idolatrado… (retirándose)
Bolívar: No tengo tanta fuerza como usted para no verla. Pero heme allí,
               detrás de sus sombras… su eterno amor. Su amante para siempre.
               Como eterna la luz de los pueblos libres (retirándose).

AUTOR: MAIRO RANGEL (Basado en las Cartas de amor entre Bolívar Y Manuelita Saenz)

02/04/11


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