A cargo del profesor Rafael "El Negro" Henríquez
(05 de agosto de 2015)
Profesor Rafael "El Negro" Henríquez |
Señora directora, profesora Maira Gutiérrez,
directora del plantel; estimados coordinadores y coordinadoras; queridos
colegas profesores de las diversas asignaturas; trabajadores administrativos y
de mantenimiento; padres y representantes; jubilosos graduandos de nuestro
plantel, público en general.
Me honra grandemente, queridos bachilleres, hayan
escogido mi nombre como padrino de su promoción, pues todos los profesores que
estuvieron enfrente de ustedes impartiendo las enseñanzas, dieron lo mejor de
sí para orientarlos, actuaron con impecable profesionalismo para construir los
conocimientos con los que hoy incursionan hacia nuevos caminos, intentando
acercarlos con fundamento a esas vivencias expectantes que se tejen en su
dinámica, inquieta y activa juventud. Desde la humildad de mi corazón agradezco
esta designación.
Tomen estas palabras como la última clase que
recibirán como estudiantes de la Unidad
Educativa Dr. Raúl Ramos Giménez, y no se extrañen cuando les
diga “¡Punto!” como recompensa de su esmerada atención ante lo que les voy a
decir.
Queridos bachilleres, hoy culmina una etapa más de
sus vidas, cinco años llenos de emociones, de experiencias, de amistades que
quedarán en el recuerdo bonito de su juventud,
de amistades que seguirán con ustedes hasta el final de sus días. Una
etapa inolvidable porque, entre otras cosas, conocemos a ese amigo o amiga
especial, a ese “mejor amigo” o “mejor amiga”, que no nos falla o, mejor dicho,
“no nos deja morir”. Conocemos al inocente primer amor, o, a nuestra primera
enamorada o enamorado. Pero al lado de estas vivencias que enriquecen y animan
nuestro espíritu, conocemos a seres humanos, que como yo, emprendemos la obra
de hacerlos hombres y mujeres útiles para la patria. ¿Quién pudiera regresar al
pasado? Más, el tiempo es inexorable, avanza, y no nos perdona que lo hayamos
perdido alguna vez.
Quiero sepan que sus padres, sus familiares, nosotros
los profesores, nos sentimos especialmente orgullosos de verlos aquí sentados
obteniendo el fruto de esta etapa que culminan. Hoy salen por esa puerta como
jóvenes íntegros, responsables, preparados para los nuevos retos de sus vidas.
En esta última clase que, más que una clase es una
conversación espiritual entre amigos, porque yo a ustedes, queridos
bachilleres, siempre los he visto y tratado con el respeto y consideración con
que se trata a un amigo. Siento que desde la amistad respetuosa mayor es la
ayuda que se les puede dar; no contemplo en mis rutinas de docente estrategias
que me alejen de los estudiantes, por el contrario, yo me acerco lo más que se
pueda para que el aprendizaje sea más significativo. Indago, exploro sus
hábitos, trato de conocer sus familias, el hogar de donde provienen, sus
limitaciones económicas, sus amistades, en fin… Porque lo que importa en un
aula de clase son los estudiantes y lo que puedan aprender para la vida.
El tema de esta conversación formal lo he basado en
la esperanza, la fe, y la lucha que debemos librar para triunfar o alcanzar lo
que queremos. Para ello traigo una célebre frase de un cantautor español, Joan
Manuel Serrat: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Nada es
fácil ni viene dado por obra y gracia del espíritu santo. Dios dijo “ayúdate
que yo te ayudaré”. Hay que hacerse de las armas vitales, que son nuestros
estudios y preparación, para levantarnos cuando nos sintamos derrotados. Ver el
fracaso como una oportunidad para volver a empezar, y no como el fin del mundo,
es lo que diferencia al triunfador.
El tiempo es oro, muchachos, y hay que coger impulso
para llegar lejos. Cada segundo de nuestras vidas es tiempo para aprender.
Desde primer año se dieron cuenta de lo diversa que era su educación, de los
sacrificios que había que hacer (tanto ustedes como sus padres), para pasar las
materias, algunos se quedaron en el camino, y la mayoría hoy está sentada
orgullosamente con un título que los certifica para continuar estudios
universitarios, otra tarea que requerirá más esfuerzo, más sacrificios, más
constancia. No hay que rendirse. Si el camino es duro, imploremos a Dios las
fuerzas necesarias, y saldremos victoriosos. Dios planificó la creación de la
tierra, un día para cada creación o cosa. He allí la palabra clave: Planificar.
Cada cosa que hagamos hay que planificarla, aún teniendo todos los recursos del
mundo para hacernos profesionales, si no nos planificamos nos tocará una
eternidad culminar.
Y todo pasa por los roles que nos toca desempeñar en
la vida, de tener conciencia de lo que somos, y de saber hacia donde vamos. Hoy son hijos e
hijas, pero mañana serán padres y madres. Hoy con responsabilidad responden a
sus padres con este título de bachiller, mañana deben ser responsables ustedes
para que sus hijos e hijas también puedan responderles de la misma manera. Y
esta continuidad no debe detenerse, pues ustedes, jóvenes, tienen la facultad
de decidir qué conductas copiar de sus padres o madres, y cuando llegue el
momento de ser padres y madres tienen
que ser responsables para decidir que conducta modelar a sus hijos e hijas. La
sociedad la hacemos bonita o la dañamos nosotros mismos. La calidad de la
sociedad está ligada a la calidad del núcleo familiar. Y el consejo de oro, mis
queridos bachilleres, tratemos, contra viento y marea, conducirnos con amor a
lo que nos rodea, con honestidad, con sinceridad, con responsabilidad, con
respeto, con ganas de triunfar, y así el camino a transitar será mucho más
llevadero. Entonces, hay que lanzarse a la carrera universitaria con
determinación, con un proyecto de vida que especifique que en más tardar cinco
años ya seas un médico, un ingeniero, una enfermera, un abogado, un profesor o
profesora, un técnico.
Ahora, si el plan no es seguir la universidad por
diversos motivos, igual la responsabilidad, y todos los criterios del valor
humano deben acompañarlos para cumplir el rol de obrero, de ama de casa, del
manejador de algún oficio, porque el país también necesita de esta mano de
obra, además, es la más numerosa en el estrato laboral.
Siéntanse orgullosos de ser bachilleres del Raúl
Ramos Giménez, una institución emblemática del municipio Bruzual, que cuenta
con mujeres y hombres altamente preparados. No tienen idea del regocijo que nos
invade cuando se nos acerca un ingeniero, un profesor, una profesora, un
excelente obrero de una fábrica, una ejemplar ama de casa, y nos dice “Usted es
el profesor del Raúl Ramos Giménez, usted me dio clase a mí”. Eso, les repito,
nos llena de satisfacción.
Salgan a la calle a comerse el mundo, con humildad,
con empuje, con mística, con fe, con esperanza, con perseverancia, y, sobre
todo, creyendo en ustedes mismos. Allá afuera les esperan miles de cosas nuevas.
Nuevas experiencias, nuevos amigos, pero sobre todo les espera el reto de prepararse
para construir un país y un mundo mejor para ustedes y sus familias.
A mis colegas los felicito por el resultado magnífico
de este periodo escolar, y los invito a seguir siendo los arquetipos de
nuestros jóvenes valores. Sepamos que cuando nos guía un gran maestro, el
camino se ve más amplio y lleno de horizonte. No desmayemos por más pesada que
sea la carga. En nuestras manos está el andamiaje en donde se apoyan nuestros
muchachos.
Queridos bachilleres, los recordaremos siempre,
esperamos encontrarlos en las sendas de Dios con sus rostros llenos de
felicidad, hombres y mujeres de bien. Y el reto es superarnos a nosotros
mismos, a ser mejores padres, mejores cristianos, y los mejores profesionales.
Y para culminar, quiero decirles que, hagan lo que
hagan:
- No dejen nunca de
soñar porque todo es posible.
- Trabajen duro y sin
descanso para convertir esos sueños en metas y realidades
- Hagan las cosas
bien y con pasión.
- Sean constantes y
perseverantes.
- No tengan miedo a
equivocarse.
- Aprendan de sus
errores y no paren nunca de aprender cosas nuevas.
- Diviértanse y
celebren sus triunfos (Claro, con moderación).
- Y, crean siempre en
ustedes y en lograr lo que se propongan.
¡Punto, para todos! Éxitos, bachilleres, que Dios los
bendiga.